Estuve pensando y sigo esperando que la vida sea más fácil. Bajar las apuestas, menos riesgo, más recompensas... más fácil. Y estaba pensando que tal vez no lo es. Estuve pensando en el esfuerzo, el escalar un obstáculo tras otro... tal vez así es la vida.
Y pensarás que es un pensamiento depresivo, que no hay fin para todo. Pero no lo es, es lo opuesto de depresivo... hay cierto alivio en ello.
La vida es compleja. No hay nada simple o fácil en ella.
Así que puedo dejar de esperar eso también. Puedo dejar de esperar y puedo simplemente... vivir.
Quizás leer estas palabras, fuera del contexto en el que fueron dichas, no tengan el mismo sentido que tuvieron para mi, pero rescato lo siguiente: no es cierto que siempre nos consolamos pensando que las cosas en algún momento se solucionarán y que determinadas situaciones ya van a cambiar por el solo hecho de esperar el paso del tiempo?. No se a ustedes, pero a mi me pasa. Pienso que esto ya se termina, que falta un esfuercito, que las cosas van a mejorar y bla, bla, bla. Bajo esa perspectiva me resulta interesante asumir que la vida es compleja, que no todo lo que pasa es por algo y que no todo va a tener un final feliz.
Pensar que la vida es como una película con una introducción, nudo y desenlase es mentira. La vida es intrincada, retorcida, es todo lo que hacemos de ella y también es consecuencia de las influencias e intervenciones de aquellos a los que dejamos que se involucren en nuestra vida. Dejar de esperar y dedicarnos a vivir me parece un buen consejo, tomar las riendas, sentirnos partícipes y responsables de las causas y consecuencias de todo lo que ocurra. Relajarnos y ser conscientes de lo que hacemos y no descansar en el nefasto efecto del paso del tiempo... si el tiempo pasa y no movemos un dedo las cosas seguirán siendo exactamente las mismas y nosotros seguiremos lamentándonos de lo que estamos viviendo porque no queremos vivir de otra manera.
Hoy puedo decir que mi vida está en un momento de transición, que mi mente vive una realidad que anhela pero que, mientras tanto, hace lo único que tiene a su alcance hacer. Vivo la vida que tengo en las condiciones que debo aceptar pero planifico y trabajo para construir algo distinto.
Es un "durante" pesado, complicado, donde tengo que comerme muchas palabras que tengo ganas de decir pero que no me conducen a ningún lado. Y así, poniendo por escrito estas conclusiones, me doy cuenta que la carga se hace dura, que me mata la ansiedad, que tengo ataques que se manifiestan con el pucho y la comida, que me cuesta ser positiva y racional porque parte de mi entorno sigue interfiriendo en mi camino a ser yo misma.
De todos modos, y como se los comentaba más arriba, no puedo dejar caer todas las culpas en el otro porque yo fui la causa y ahora vivo las consecuencias. Yo soy responsable de no ver, a mi me pesa el control de todas las estructuras que quise manejar, pero no puedo salir de eso... al menos por ahora.
En mi caso, ser consciente de esto que duele me ayuda a evitarlo, a corregirme, a dejar de buscar lo que puedo hacer por el otro para encontrar qué es lo que puedo hacer por mi. Empezar a finalizar todas las palabras con un "me" y no con un "le/o/a"... quererme en lugar de quererlo, cuidarme en lugar de cuidarlo, entenderme en lugar de entenderlo y así para todo.
Rosana dice en una de sus canciones...
Y hoy ya se, te vas con lo que tienes, yo te lo di
Vengo a decirte que te lo quedes
No elegí cargar tu cruz por la cara,
no dije media palabra
Lo di todo y no me arrepiento de nada
No elegí hacer de escudo y de espada
Te di tu sueño y mis alas
Vengo a decirte que te lo quedes
No elegí cargar tu cruz por la cara,
no dije media palabra
Lo di todo y no me arrepiento de nada
No elegí hacer de escudo y de espada
Te di tu sueño y mis alas
Y así es... dar todo a cambio del reconocimiento, de un poco de afecto y de palabras vacías me trajo a dónde estoy. No soy Teresa de Calcuta, pero me gratifica saber que mucha de la gente que pasó por mi vida se llevo algo bueno de mi, creció, se transformó y mejoró porque me tomé el tiempo y el cuidado de darle todo lo que necesitaba para ser feliz y sentir que había alguien en el mundo que se preocupaba por lo que le estaba pasando.
Hay gente en mi vida que hizo lo mismo por mi y otra que no tanto, pero nada es un fracaso porque de todo se aprende, quizás no en el mismo momento pero si unos años luego... hay lágrimas que sigo llorando pero que enseñan, me fortalecen y me hacen ser quien soy.
Quizás aquellos que no me conocen verdaderamente pueden pensar que tengo respuestas para todo y que mi espalda es lo suficientemente fuerte para afrontar mucho más de lo que otros pueden, pero no es tan así. En mi interior soy terriblemente frágil y sensible, todo lo que pasa me duele y siento más de lo que pienso.
Pensándolo bien, y releyendo el párrafo anterior, creo que aquellos que piensan eso de mi es porque les resulta más fácil creerlo antes de darse cuenta (y hacerse cargo) de lo que realmente pasa, sino, cómo es posible que gente con la que trato superficialmente y no me conoce, se da cuenta instantáneamente de la angustia que llevo a cuestas?. Sabén qué? hay abrazos de personas de las que solo se el nombre que me contienen y me reconfortan más que el abrazo de muchas de las personas que me rodean. Raro, no?
Nunca encontré un compañero en el que sentí la confianza de darle la mano y dejar que condujera mi camino, y las pocas veces que amé la reciprocidad no existió. Pero como les dije antes, soy yo la que escribe el guión de mi vida y soy yo la que se da cuenta que así no puedo más.
Entonces... voy a dejar de esperar y me voy a proponer vivir sin esperar a que la vida se me haga más simple.
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