Comenten, puede ser anónimo, y está bueno saber qué pasa en el lado oscuro de la luna.
Gracias por pasar!



20 de febrero de 2012

Tráfico, coincidencias y un pasado del que no podemos escapar

Me fui pero ya volví.
Este fin de semana, así de buenas a primeras, me fui a Mar del Plata con mi hermanita.
Fue un fin de semana intenso, un fin de semana en el que necesitaba estar. Días en los que la historia no pasaba por mi sino por la vida de otros a los que amo y por los cuales sentía que podrían llegar a necesitar de mi. Yo no pregunté, ni esperé que pidieran, simplemente ofrecí la compañía, la buena onda, el abrazo, el oído y el silencio. No puedo negarles que también estoy pagando culpas por mi ausencia, a veces la vida nos separa de la gente a la que amamos y, como no pude poner el hombro entonces, quiero ponerlo ahora. Quiero devolver amores, compensar olvidos y agradecer por esa nueva familia de la que me siento parte aunque no haya lazos de sangre que nos unan.
Pese a las quejas sobre el el exceso de serviciliadad, si es que la palabra existe, estos días quise ser útil a otro y dejar un poco mis cosas de lado. Fui niñera, co-pilota, servidora de mate, amiga y tía. Observé, con orgullo, como esa personita pequeña y escondida, se había transformado en una leona que sacaba sus garras frente al ataque del enemigo. Confirmé lo que sentía siempre, una madre por sus hijos deja la vida, se obsesiona, se enceguese y se torna irracional muchas veces. Así como Maju Lozano dijo una vez "boludo, acaban de sacarme un pibe de adentro", es innegable pensar que todo queda supeditado a lo que esos hijos necesitan. Por momentos creo que uno deja de ser persona para vivir a través de lo que los hijos necesitan, al fin y al cabo somos responsables de su existencia, de su supervivencia y de su felicidad. Como siempre digo, hablo por boca de jarro, pero me emociona vivir esas transformaciones. Ver cómo crecen, como se convierten en personas que piensan, sienten y cuestionan.
Les cuento que la travesía empezó complicada porque hicimos 400 km en 12 horas, con dos peques en el auto, mucho tráfico y el velocímetro que iba de 0 a 10 y a veces, cuando había suerte, llegábamos a 37 ó 40. Una locura! Pero llegamos, cansadas y locas, pero muy tranquilas frente a los ojos de los chicos porque esa es la meta, transmitir un poco de paz y seguridad, la vida y los años ya se van a encargar de sumergirlos en el caos, mientras tanto hay que tratar que las preocupaciones no formen parte de su día a día.
El edificio ya nos era conocido por muchos motivos, el departamento era del 1800 y la gente estaba por todos lados. Un caos del que salimos airosas y enteras, sin hombres a la vista y sin pedir auxilio.
Y de pronto llego la hora de irnos, pero en la noche anterior nos sorprendió la madrugada charlando de la vida, de los años, de la historia, de los caminos que van y vienen, y de nosotras. Charla de mujeres con historias distintas, con entornos terriblemente opuestos, con pasados parecidos y un presente que nos encuentra "sintiendo" y "buscando". Mujeres que podemos, que somos sensibles y vulnerables pero que no nos detenemos a cuestionar los por qué de las cosas sino que lloramos mientras seguimos avanzando y dejamos que a las lágrimas se las lleve el viento mientras construimos un futuro que sea enteramente nuestro.
Este fin de semana dejo muchas preguntas en el aire y muchos temas que iré abarcando a medida que pueda descifrarlos.
Fueron días que no pesaron, fui felíz por solo estar y por ser solo yo... sin márcaras ni condicionamientos. Cuando nos rodeamos de gente que nos ama y nos conoce, lo genuino es moneda corriente, uno puede relajarse y dejarse ser quién es.
Gracias!

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