Comenten, puede ser anónimo, y está bueno saber qué pasa en el lado oscuro de la luna.
Gracias por pasar!



28 de enero de 2012

A dónde fuimos?

Al final no llegué tan lejos, apenas hasta Parque Rivadavia. Ahora estoy sentada en Starbucks y mi cena es un café Mocca Venti con una trenza de jamón y queso. Una mesa alta, banqueta y música en los oídos como para mantenerme al margen de todo y de todos.
Mucho adolescente tardío dando vueltas y mucho matrimonio cansado que se sienta en las mesas de la vereda para disfrutar la brisa y apenas mirarse a los ojos.
Buenos Aires tiene vida propia y vibra a su propio ritmo. La gente es el elenco de esta obra y todos pasan dejándose llevar por las voces silenciosas que tiene esta hermosa ciudad. Y yo acá, sentada detrás del vidrio los veo y escribo. Quizás, del otro lado de esta ventana, haya otra persona que me mire y escriba, que me vea como parte de la escenografía que todos integramos cuando el otro es el que nos ve.
La música ayuda a estar lejos, a caminar por la calle a nuestro propio ritmo sin que importe la mirada de los demás. También ayuda a no pensar, pero estoy convencida que todo se mueve por dentro aunque no seamos consientes de ello. Hay música que nos recuerda a determinada persona ó alguna que nos lleva a un momento particular de la vida. La música, de alguna manera, atesora esos recuerdos y los cuida cariñosamente para traerlos a nosotros cada vez que suena. Por eso está buena la reproducción aleatoria, es como hacer zapping pero de sensaciones.
Y si! como le decía hoy a mi hermana, mi cerebro razona de extrañas maneras.
Los dejo, estoy sola y Malena me espera en la cama. Preparo un cafecito y me desparramo en la cama a ver una linda película.
Duerman bien, sueñen con los angelitos, hagan cucharita y sean felices!

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