Comenten, puede ser anónimo, y está bueno saber qué pasa en el lado oscuro de la luna.
Gracias por pasar!



30 de noviembre de 2011

A veces el silencio puede escucharse

Acá estoy, sentada en la galería (aunque desparramada seria una mejor descripción de mi postura), escuchando el ruido de los árboles vencidos por el viento, los pajaritos y la nada misma.
Acá estoy, con Tasha, Tati, Tomi y Topi, que andan tan desparramados como yo, dejando que el viento les mueva los pelos a su antojo.
Acá estoy, con una mosca posada en mis dedo índice mientras escribo y con la mente en blanco de tanta paz.
No saben lo raro que es despertarse y ver que solo el verde me rodea, quedarme con el pijama y andar en patas por el pasto, con los pelos al aire y la tranquilidad de esta silenciosa mañana. Tomar unos mates en silencio, fumar un puchito y respirar, respirar mucho para que los pulmones se impregnen de tanta energía. Los días son eternamente pacíficos, fiaca a dos manos y el placer de sentarme en cualquier lado a ver la nada.
Me siento como en casa, sin miedo a la mirada de los demás porque no me juzgan, me quieren, me critican y se ríen conmigo, porque me conocen desde adentro y hablamos un idioma común que no necesita aclaraciones.
Acá no miro pasar las cosas detrás de una ventana, estoy en el mismo plano y la naturaleza me abraza, me siento parte de ella, integrada dentro del paisaje y mi cabeza no se pierde en los lugares oscuros donde le gusta esconderse.
Me fui, no puedo concentrarme escribiendo porque el viento me distrae y la atracción de ver ese horizonte revuelto es intensa.

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