Cae el sol
entre las hojas que el otoño
no deja en libertad,
pese a sus ganas
y a su eterna predica de paz.
Cae el sol
entre dos ojos
que no dejan de mirar,
ó de mirarse,
que, al fin y al cabo,
es una manera de mirar
Cae el sol
y las estrellas
comienzas a brillar
como preparando un camino
para la luna que pronto aparecerá.
Se fue el sol
tras las palabras
que acabo de palabrear,
tras las ideas
que han logrado escapar
de esta cabeza
que no para de rodar.
Así,
verso va,
verso viene,
se fue el día
y llegó la noche,
que no es más que otro día
pero más oscuro.
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